HISTORIA
CONCEPTOS PARA LA DISCUSIÓN
La Historia y sus Historias
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Sus Conceptos
La Historia es una palabra especial porque a diferencia de otras supone varias ideas cada vez que se la nombra. Si revisamos el Diccionario de la Real Academia Española encontramos hasta diez acepciones. Ahora bien, para el presente trabajo nos centraremos en tres significados de Historia:
1) “Historia” remite a los acontecimientos vividos por los grupos humanos en el tiempo y, en este sentido, abarca un sinnúmero de sucesos de la vida, desde el pasado más remoto hasta nuestro tiempo actual. Vista así, la historia es el pasado, presente y futuro posible de la actividad humana, “un fenómeno ilimitado” del ser social;
2) la historia que constituye el día a día de la gente en su lenguaje y en su actuar, en este sentido es el conjunto de huellas cotidianas que deja el hombre en su paso por el tiempo y que son recordadas, las representaciones de la memoria colectiva de las comunidades, memoria de un valorado pasado que forma parte de los pueblos y que moldea su identidad, la cual se materializa sea de forma escrita o verbal en los mitos y leyendas y, en otros tiempos, las anécdotas, los cantos y los poemas, como bien pueden conocerse de la memoria de nuestros pueblos ancestrales y en las crónicas costumbristas de los periódicos o en las memorias que algún particular escribió en textos para la posteridad.
Estos dos conceptos los define y conjuga muy bien el historiador venezolano Eduardo Arcila Farías cuando señala lo siguiente:
“Recuerdo e Historia son una misma cosa, aunque no absolutamente idénticas, porque la Historia existe por sí misma, independientemente del recuerdo, en cambio el recuerdo no se concibe sino como historia. Digo que la historia existe por sí misma, porque la Historia son los hechos en sí. Si los hechos son olvidados no por eso dejaron de suceder.”
3) una disciplina de investigación que se fundamenta en la práctica humanística y científica desarrollada desde el siglo XV en Europa y que en nuestro país tiene, especialmente desde el siglo XIX, las pautas a seguir por historiadores(as) e investigadores(as) sociales en su acercamiento a los procesos humanos del pasado, con lo cual se busca garantizar su mejor reconstrucción, su mejor análisis y síntesis, su mayor utilidad. Mario Briceño Iragorry lo resumió así hace más de cincuenta años:
“Al amparo del determinismo y del psicosociologismo se abrieron caminos que en forma indirecta provocaron una revisión realista de los hechos antiguos: el carácter orgánico de lo histórico se impuso sobre la vieja noción de una mera indagativa y de una entusiasta exposición de circunstancias [...]. El eslabón que une el presente con el pasado pidió mayor amplitud de búsqueda y aún para la propia interpretación de la ‘Edad Heroica’, se buscó el nexo causal que explicase los movimientos sociales” (1952:442).
En síntesis, es la integración de estas tres acepciones la visión de historia que queremos, en el sentido que retoma los eventos significativos del pasado y del presente para la construcción de nuestro porvenir, en un escenario de participación activa que involucra a todos sus actores y mediante estrategias que harán posible su sistematización. Concebida así la historia, buscamos entonces iniciar un viaje a través de las historias de cada rincón de nuestro país.
Su Escritura
Una visión sobre la escritura de la historia nos ilustrará sobre algunas particularidades del quehacer histórico para así comprender mejor lo que significa historiar.
La historia escrita es muy diversa, su práctica se remonta desde la antigüedad cuando aparecieron los primeros medios de expresión gráfica desarrollados por los diferentes pueblos de nuestro planeta, llámense estos jeroglíficos egipcios, pinturas mayas o tablillas sumerias. Todos estos medios de comunicación tienen una historia que contar para la posteridad. En este punto, es indispensable subrayar que dichas escrituras no son un caso especial de esas culturas, sino que la historia es una necesidad humana de todos los tiempos, como lo dice Arcila Farías “Surge lo que podríamos llamar la necesidad filosófica de la historia. El hombre presente siente la necesidad de penetrar en ese mundo del pasado, como lo único que está a su alcance conocer y constantemente se dirige a él en busca de un poco de luz que le permita ver algo del porvenir, y lo interroga ansiosamente sobre lo que vendrá.” Ahora, al observar estas historias antiguas uno puede apreciar la similitud de su estructura: genealogías de gobernantes, héroes, batallas y catástrofes naturales; lo que nos indica algo que tampoco es casual sino que es el resultado de una selección predeterminada de los hechos, es decir, la historia se escribe con aquellos hechos que el y la historiador(a) considera importantes para la sociedad del momento, atendiendo al grupo social para quien escribe 1, lo cual también reafirma algo que habíamos mencionado arriba, que la historia escrita no sólo tiene una función anecdótica sino que se utiliza, aún cuando no sea consciente de ello, para la comprensión del presente y prever el futuro. Así, la historia escrita llega a ser un proceso dialéctico entre historia como vida de la sociedad -tal como la definimos en primera instancia- y el y la historiador(a) en tanto persona con intencionalidad, voluntad, afectividad, con una visión particular de mundo, ciencia y conocimiento.
Es a partir de la instauración del método científico como ruta para llegar al entendimiento de los hechos de la vida física y social, que la historia comienza a escribirse mediante reglas rígidas y precisas, consideradas entonces como elementos indispensables para distinguir y separar el conocimiento especializado del campo científico (en particular, como conocimiento para la previsión o proyección del futuro que debe seguir determinada sociedad), del perteneciente a la esfera del conocimiento común. Desde aquellos años, la historia escrita fue acumulando una serie de elementos analíticos para la sociedad, prestados de muchas otras ciencias como son la economía política, la demografía, la geografía, la antropología y la psicología, por nombrar algunas. Esto último, ha transformado la concepción de la historia de una simple narración de acontecimientos políticos, para entenderse en términos de un conjunto de conocimientos integradores y reflexivos más amplios. 12
El desarrollo social y crecimiento de la población también influyen en esta forma de escribir lo pretérito. Con el paso del tiempo la historia crece en información, pero también lo hace en profundidad, pues la vida social tiende a ser cada vez más compleja y así las maneras de abordarla.
Como se puede ver, no hay historia escrita sin historiador(a). Sobre éste último(a) también hay que decir algo para despejar el mito que sobre él o ella se ha impuesto, basado en una condición de persona poseedora de la verdad absoluta. Hoy, cuando las prácticas de interacción del mundo social son tan vastas y relativas, hay que considerar al historiador(a) como la persona (o grupo) que se dedica a revisar, documentar y analizar el pasado de su ambiente social, indisociable de su propia experiencia de vida, ideología, intereses y deseos. De este modo, queremos acentuar que en la historia escrita interviene, de manera significativa, la persona que la escribe, así como los elementos éticos y teóricos sobre los cuales se apoya para hacer su trabajo. Por eso, toda historia escrita es susceptible de ser revisada, extendida, cambiada y hasta desincorporada, cuando los cambios sociales lo ameriten.
Con todos estos elementos expuestos podemos resumir que, la escritura de la historia es el resultado de un proceso de investigación que conjuga un cuerpo de principios teóricos con métodos, técnicas y procedimientos que nos muestran el pasado de un grupo social para fundamentar su presente y proyectar su porvenir, sobre la premisa de la flexibilidad o susceptibilidad al cambio.
La Historia que Queremos
Actualmente, se pretende hacer la historia escrita reflejando el desarrollo integral (endógeno, económico, social y cultural) de las comunidades a través de la identificación de los individuos con su entorno inmediato, utilizando como elemento fundamental la investigación colectiva del pasado de ese ambiente. El resultado se ha denominado hoy día como Historia Matria, por ser la historia del espacio afectivo más próximo donde el individuo nace, vive y muere.
Esta forma de historiar es el resultado de muchos estudios que comparten y subrayan tres aspectos esenciales e interrelacionados. En primer lugar, está el hecho fundamental de que para cada Estado corresponde un tipo de historia, por ejemplo, una sociedad gobernada por una dictadura sólo buscará una historia que vanaglorie los hechos de fuerza y oculte la violencia desatada sobre la población, mientras que una sociedad con un Estado burgués se dedicará a presentar una historia donde la burguesía sea lo único importante de los desarrollos sociales, y la historia de una sociedad donde el Estado es democrático necesariamente buscará el desarrollo histórico de toda su población para el provecho público. Cabe aclarar que, en esta última, no se trata solamente de la visión “ampliada” presente en las historias económico-políticas a las que nos han acostumbrado, sino que tendrá la obligación de acercarse a los espacios sociales más pequeños como son las parroquias, barrios y urbanizaciones.
En segundo lugar, surge la idea del reconocimiento de nuestras historias locales para la planificación social del conjunto nacional. En las ciencias sociales como la economía o la sociología, por ejemplo, se reclama la construcción de conocimientos precisos sobre la composición de nuestro territorio, considerándose que es en la historia local desde donde se puede ofrecer esa gama de datos requeridos por los proyectos sociales.
Por último, el conocimiento de los cambios acontecidos en una comunidad a lo largo de su historia, así como sus necesidades y recursos resulta significativo para sí misma, esto por dos aspectos. Por un lado, porque se relaciona con el “diagnóstico” de sus problemas sociales, paso indispensable para poder solucionarlos y, por otro, porque el conocimiento de nuestra historia refuerza la identidad de la gente con su entorno, lo cual posibilitará decisiones y acciones mejor coordinadas y provechosas para el bien común.
La Historia Local
La historia se clasifica también según el ámbito espacial al cual se refiere. Así, tenemos que la historia de nuestro país es la historia nacional, pero cuando nos acercamos a geografías menores de nuestra tierra la historia puede ser regional y local. Desde una perspectiva integral, todas las historias son
imprescindibles. Consideramos que no puede haber una historia de Venezuela sin atender su origen, desarrollo e interrelación de todas sus comunidades, que son precisamente las que posibilitan la existencia de una región y un país.
Ahora bien, la Historia Local o Historia Matria es aquella que nos remite al pasado de las localidades, sean parroquias, barrios o urbanizaciones, ofreciéndonos un panorama de las motivaciones, individuales y colectivas, de un gran valor para el conocimiento, cultivo y uso de la población en general. Un rasgo característico de este tipo de historia es que se sirve de fuentes de tipo oral y, particularmente, provenientes de las comunidades, lo cual le confiere un contenido afectivo de gran valor por ser, precisamente, la experiencia subjetiva de sus habitantes. La importancia de la Historia Local reside en el hecho de ser fuente de “diagnóstico” de sucesos muy especiales para las comunidades que se traducen en un cúmulo de conocimiento afectivo capaz de fortalecer la identidad de la comunidad, la integración de sus miembros y las acciones tendientes al desarrollo de su entorno inmediato. Sobre esto último, algunos ejemplos son: las Cartas de Barrios y las Mesas Técnicas de Agua que se están realizando por todo el territorio nacional.
Prof. Arístides Medina Rubio
Director General del IABNSB
Diciembre, 2005
PRIMERA ENTREGA